Por Ramón Féliz Lebrón (Periodista y docente)
En la publicación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), titulada: «Todo lo que necesitas saber sobre la contaminación por plásticos», se refiere que la humanidad produce más de 430 millones de toneladas de plástico al año, dos tercios de las cuales son productos de vida corta que en poco tiempo se convierten en desechos, que inundan los océanos y, a menudo, invaden la cadena alimentaria humana.
Agrega que el plástico es un material asequible, duradero y flexible que está omnipresente en la vida moderna, desde los embalajes hasta la ropa y los productos de belleza. Sin embargo, se desecha a una escala descomunal: cada año, más de 280 millones de toneladas de productos plásticos de vida corta terminan en la basura. (Ver informe completo en: https://n9.cl/uk5tb)
Apelo a esta introducción para sustentar el impacto negativo de este material al medioambiente por el manejo irresponsable del ser humano e industrias que lanzan por todas partes vasos, platos, botellas y una extensa variedad de artículos plásticos sin el mínimo grado de conciencia.
La integración de todos los sectores sociales debe ir más allá de las celebraciones de fechas alusivas al cuidado del planeta, y proceder con acciones concretas en pro de la conservación de nuestro hábitat.
Una importante iniciativa es la recolección de residuos plásticos. Me impresionaron los tres millones de botellas plásticas que llevaron a la actividad de un solo día (Plásticos por Juguetes) que celebró la Alcaldía del Distrito Nacional (ADN) el pasado fin de semana, y meditando sobre esa cantidad, por qué las instituciones públicas y empresas privadas no se animan a replicarlo en más:
1- Plásticos por alimentos
2- Plásticos por útiles escolares y deportivos
3- Plásticos por boletos de transporte
4- Plásticos por banderas nacionales
5- Plásticos por regalos de mamá y papá
6- Plásticos por entradas a eventos deportivos, artísticos, museos, parques y cines
7- Plásticos por artículos navideños
En fin, plásticos por un largo etcétera que incremente la lista de «premios» y de estamentos oficiales y de comercios que se sientan identificados para poner en marcha una gran cruzada por el medioambiente a través de estas loables prácticas.
Para muchos, esto significaría tocar sus ganancias económicas, pero un compromiso sincero por esta causa medioambiental global, y que nos compete desde lo nacional, requiere desprendimientos y sacrificios.
Hay que precisar iniciativas desde hace años en el país, promoviendo principalmente intercambios de plásticos por alimentos, como la Fundación Vida para el Ozama con el patrocinio de diferentes entidades con esas acciones para el saneamiento del río Ozama y los sectores de El Dique, La Ciénaga, Ensanche Ozama, Los Platanitos, Domingo Savio, Los Gandules, Villa Duarte y Maquiteria.
También, el Instituto de Estabilización de Precios (Inespre) con otras instituciones estatales, la Fundación de Saneamiento Ambiental de La Zurza y comunitarios de esa demarcación del Distrito Nacional han realizado intercambios similares, figurando otros programas y proyectos que han aportado en ese sentido, aunque se requieren mayores y constantes esfuerzos.
Que se tenga que persuadir con alguna retribución la falta de civismo de una parte de la población para motivarla al uso y manejo correcto de algún residuo sólido como el plástico refleja la baja educación ciudadana respecto a ese tema, mientras tanto, es un mecanismo que suma en favor del medioambiente hasta que se logre un cambio pleno en el comportamiento humano ante los entornos, y que se debe inculcar desde los hogares, la familia y los centros educativos.
Retomando la actividad del ADN, destacar a la Fundación Botellas de Amor que encabeza una estrategia que transforma los residuos plásticos flexibles en elementos clave para el bienestar de la comunidad, tales como viviendas, parques infantiles y mobiliario urbano construido con plástico reciclado.
El espacio está abierto para que este año multipliquemos muchas veces los tres millones de botellas plásticas que niños y adultos recolectaron para cambiarlas por juguetes, y que se institucionalicen otras actividades para seguir contribuyendo con la preservación del medioambiente.