Oscar López Reyes.
Por Oscar López Reyes (Periodista)
La manipulación y la desinformación han galopado, como un ganso sin domesticar, en la esquizofrénica y devastadora guerra Israel-Hamás, en el predominio de “tropas cibernéticas”, que repercute con diez características que baten récords universales. Vapulean en la espiral del silencio cómplice, y en la aplicación en el paisaje mediático global de los conceptos Gaslighting/Israel (sembrar semillas de dudas y negar) y Underdog/Hamás (“perro apaleado” o victimado). ¡Oh, Estados Unidos¡ ¡Ay, Joe Biden!
A raíz de la reprobada acometida de milicianos del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) contra Israel (operación transfronteriza denominada Inundación Aqsa), el sábado 7 de octubre de 2023, las Fuerzas Armadas de esta nación sionista lanzaron, en la Franja de Gaza (un territorio de 360 kilómetros cuadrados), la maniobra “Espadas de Hierro”, que simboliza la deshumanización en su grado más intenso y exagerado hasta la hecatombe.
Esta guerra de exterminio de Israel, o limpieza étnica en Gaza, para anexarse los territorios palestinos, propulsada por el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, con el respaldo del presidente norteamericano Joe Biden, ha pistoneado con más furias y destrozos que la erupción de un volcán, un ciclón tropical o una inmensa ola de calor. Este holocausto brota en engendros que marcan récords universales:
1) Máquinas de guerra, 2) Inocentes abatidos, 3) Crisis humanitaria, 4) Caída mortal de periodistas, 5) Guerra mediática y censura, 6) Desinformación y manipulación, 7) Narrativa como arma de guerra, 8) Sin filtros ni normativas, 9) Sangre, engaño y dinero, y 10) Cohetes de la opinión pública.
1.- Máquinas de guerra. Tanto Israel como Hamas cuentan con armas sofisticadas. La primera posee unas 90 ojivas nucleares, aviones, como los famosos F-35 estadounidenses; tanques y otros vehículos blindados, submarinos y buques costeros. Y el segundo posee cohetes básicos, como Grad, Qassam, M75 y Fajr-5, así como el misil de fabricación siria, el Khaibar-1.
Prontamente, en su campaña bélica el Gobierno sionista no ha podido levantar la bandera de la victoria, por la resistencia montada por Hamás, que ha usado una red de cientos de túneles subterráneos, que no han podido ser destruidos por Israel. Hamás los ha utilizado como escudo protector, en una contienda que el propio Netanyahu ha admitido que se prolongará por un tiempo. Gaza se ha revelado como un laberinto mortal, en una guerrilla que se escuda en la población, que resulta fulminada por drones y por ametralladoras teledirigidas.
2.- Inocentes abatidos. Más de 23 mil 843 personas han sido abatidas y 60 mil heridas, el 75% de ellos niños y mujeres, por los bombardeos del Ejército de Israel en zonas densamente pobladas, en hospitales, escuelas de refugiados y hasta en instalaciones de medios de comunicación y con distintivos de la ONU. Los crímenes de guerra están a la vista, en el espanto de edificios derrumbados por los ataques y montañas de cadáveres bajo escombros. Más de 500 soldados israelíes han perecido, ý altos oficiales militares capturados, pero no han sido resaltados.
3.- Crisis humanitaria. Por la destrucción de infraestructuras claves en el Territorio Palestino Ocupado, miles de gazatíes han quedado sin hogares (se calculan en más de 5 mil los edificios han sido destrozados), comida, alimentos, medicamentos en la propagación de enfermedades infecciosas, agua, electricidad ni otros servicios públicos. La pena, la angustia y la inseguridad ante el asedio, aún en refugios temporales, han empujado a dos millones en huidas por puntos fronterizos terrestres.
4.- Caída mortal de periodistas. En la cobertura mediática de este conflicto han caído mortalmente unos 70 periodistas (más de uno por día) palestinos, israelíes y libaneses; tres han desaparecido y decenas han sido heridos, en el más mortífero para los medios comunicativos. Reporteros sin Fronteras (RSF), el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y el Plan Especial de Acción para la Seguridad de los Periodistas también han detallado agresiones, acosos, censura y amenazas intimidatorias, a pesar de estar identificados con letreros de prensa y carnés.
5.- Guerra mediática y censura. Israel y Hamás cuentan con instrumentos mediáticos, que controlan y bloquean, en el séquito de su protección y política de comunicación. Cada una señala su verdad, por lo que se recomienda tomar datos con un grano de sal.
Israel regentea a Kol Israel (La Voz de Israel), que opera ocho cadenas de radio, con una programación en 17 idiomas; a Galei Tzahai y Galgaltz (emisoras de sus Fuerzas de Defensa; dos canales de televisión estatales y una por cable. A su vez, otorga la acreditación o permisos para entrar a la franja de Gaza, donde ha expulsado a todos los medios occidentales, en un bloqueo sin antecedentes. En Israel se edita Haaretz, un órgano crítico con el gobierno de esa Nación.
De su lado, la Autoridad Palestina o al Fatah comanda a Palestine TV y la agencia de noticias Wafa, así como la agencia Shebaba News o el grupo Al-Aqsa Media Network, alineado con Hamás en la franja de Gaza. También se gerencian prestigiosos órganos independientes, como Watan TV o Ajyal Radio.
En el alargado y estrecho espacio físico, los periodistas son interrogados y censurados por los dos contrincantes, que cierran webs informativas críticas, en el tronco de una guerra informativa cuasi virtual.
6.- Desinformación y manipulación. Los “botnetws” (ordenadores que facilitan realizar campañas maliciosas), “trolls” (mensajes/foros en redes sociales para fastidiar) y bulos en internet o fake news (noticias falsas) han sido instrumentalizados como narrativas o armas propagandísticas en favor de Israel, cuyos portavoces fungen como multiplicadores. A su lado han estado la norteamericana CNN y mayoría de los medios occidentales, muchos de los cuales son controlados por el lobby judío trasnacional.
7.- Narrativa como arma de guerra. La resistencia palestina ha logrado sacar cierto cuerpo de ventaja en la batalla de la narrativa mediática, no obstante su baja numérica mediática. Ha sido más diestra en la cobertura desde el campo de la contienda bélica. Su contranarrativa se ha sustentado en aconteceres conmovedores, por el genocidio israelí, en la eficacia en su transmisión de videos e imágenes sobre las destrucciones, emboscadas en túneles y la masacre.
8.- Sin filtros ni normativas. La guerra israelo-palestina ha vuelto a poner sobre el tapete, con más ahínco, la ausencia de filtros y control de contenidos de los suministros informativos por los gigantes digitales -como la plataforma X- que circulan en tiempo real, en el sumario de la inmediatización. Igualmente, muestra la carencia de regulación legislativa para moderar textos y la comprobada dificultad para eliminar informaciones ficticias.
9.- Sangre, engaño y dinero. Influencers famosos han difundido imágenes, videos y noticias conscientemente falsos sobre la guerra de contrainsurgencia e insurgentes civiles israelo-palestinos, para multiplicar el número de seguidores. Esos posts o posteos y reposteos han captado cientos de miles de millones de seguidores, en viralizaciones que buscan obtener suscripciones pagadas y repartos de ingresos por publicidad, o sea, la monetización, que ahora aumenta en el suelo de comentarios antisemitas.
Con imágenes horrorosas, señales, signos o símbolos descontextualizados; videojuegos, explosiones, bombardeos y derribos provenientes de archivo o generadas por inteligencia artificial, cientos de influencers de toda la calaña han liderado la cobertura del conflicto. Unos casos han ocurrido en fechas anteriores y en otros lugares, y otros inventados, como el sitio web oficial Hamás.com, que despuntó fraudulento. Millones de visitas han sido atraídas por textos sin identificar fuentes, citando investigaciones inexistentes y con los estribillos Ultimo Minuto y Noticia Nueva.
10.- Cohetes de la opinión pública. Los petardos de Gaza han penetrado con irritación en el cerebro de la opinión pública mundial y menoscabado la credibilidad y la imagen del primer ministro de Israel y el presidente de Estados Unidos. Netanyahu está en apuros: afectación de la economía, derrota de su reforma judicial, descontento de la población, advertencia de que si penetra en la profundidad de Gaza para su Ejército será lo peor, como también la extensión de la contienda en el Oriente Próximo; presión de Estados Unidos para que detenga la matanza y primeros reclamos de renuncia del cargo y de prisión. Biden también está en aprietos, con la acentuada baja de su popularidad, reflejo de su apoyo incondicional a Israel, entre otros tópicos.
La guerra israelo-palestina transmuta como el principal centro de la atención internacional, y luce que Hamas está ganando la batalla de opinión pública, especialmente por su efectiva contranarrativa utilizando la elevada cifra de muertos de la población civil en la franja de Gaza, que cada día deteriora, in crescendo, la credibilidad del gobierno de Netanyahu y de Biden.
Ambos gobiernos se arrinconan en una crisis de reputación, por la matanza, la ocultación de hechos y la manipulación de los medios internacionales, como las cadenas de televisión CNN y BBC, y New York Times. Se cuestiona -incluso- la versión oficial de Israel de que sean ciertos los señalados mil 400 muertos por Hamás en el festival de música electrónica Nova en Israel y se asevera que, durante el asalto, militares israelíes dispararon contra conciudadanos, a raíz de entrar en pánico.
La humanidad presencia una tempestad incomparable, por el degüello de corderos exculpados e inofensivos, que no se asemeja nunca a la pedrada en ojo del boticario. No tenemos garantía de informaciones fiables y, en esencia, las audiencias desconocen la verdad. Para saberla tendremos que esperar un largo tiempo.