
Ciudad del Vaticano.– En una emotiva y sorpresiva aparición pública, el papa Francisco se presentó este Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro, marcando su primera intervención directa ante los fieles tras una larga convalecencia por una grave afección respiratoria.
La aparición, al inicio de la Semana Santa, se produjo al término de la celebración eucarística presidida por el cardenal argentino Leonardo Sandri, delegado papal para la ocasión.
Sin embargo, uno de los momentos más significativos del mensaje papal fue su mención a la tragedia ocurrida en Santo Domingo, República Dominicana, donde el derrumbe del techo de la discoteca Jet Set provocó la muerte de 226 personas durante un concierto del reconocido merenguero Rubby Pérez, quien también falleció en el siniestro junto a uno de sus músicos.
“Que Dios acoja en su paz a las víctimas del derrumbe de un local en Santo Domingo, y sostenga a sus familiares”, expresó el pontífice.
A sus 88 años y visiblemente debilitado, pero sin las cánulas de oxígeno que había utilizado anteriormente, el pontífice saludó a los más de 20.000 asistentes desde su silla de ruedas y expresó brevemente: “Buen Domingo de Ramos, buena Semana Santa”.
Como es tradición, el rezo del Ángelus fue difundido por escrito debido a su estado de salud. En su mensaje, el papa Francisco agradeció las oraciones recibidas durante su enfermedad:
“En este momento de debilidad física me ayudan a sentir aún más la cercanía, la compasión y la ternura de Dios”.
A pesar de las recomendaciones médicas que indicaban al menos dos meses de reposo, esta aparición se suma a otras tres salidas públicas que el papa ha realizado desde que fue dado de alta del Hospital Gemelli de Roma el pasado 23 de marzo. Entre ellas, destaca una recepción sorpresa a los reyes Carlos y Camila del Reino Unido.
Durante su breve recorrido entre los fieles, el pontífice se detuvo a saludar a un grupo de religiosas y compartió gestos de cercanía con varios niños presentes, mientras se escuchaban vítores y aplausos entre la multitud.
La Plaza de San Pedro, decorada con palmas y ramas de olivo, fue el escenario de una solemne ceremonia que da inicio a la Semana Santa, uno de los momentos litúrgicos más importantes para la Iglesia católica. La celebración incluyó una procesión desde el obelisco central hasta el altar mayor, en la que participaron 39 cardenales, 33 obispos y más de 300 sacerdotes, siguiendo un rito que se remonta al siglo IV.